lunes, 10 de octubre de 2011

Saber los diferentes métodos de purificar el agua, demostrar su habilidad en construir un albergue o refugio. Considerar el significado de Jesús como la fuente de agua viva y como nuestro refugio.

MÉTODOS PARA PURIFICAR EL AGUA
La única forma de cerciorarse de que el agua está buena para tomar, cocinar y lavar la
loza es examinarla químicamente. Si esto no se ha hecho, hay que esterilizar el agua, no
importa cuán limpia parezca, porque puede generar enfermedades peligrosas, tales como
la tifoidea y otras.


Opciones de esterilización:

Hervir el agua
Hierva el agua por veinte minutos (contando desde el momento que empieza a hervir). Esto le dará un sabor diferente al agua, puesto que se le ha quitado el oxígeno. Para restaurarle su buen sabor, revuélvala vigorosamente o viértala repetidamente de un recipiente a otro.

Método de cloro 
LEJÍA (cloro líquido, blanqueador): La lejía normal que se utiliza en el hogar contiene un compuesto de cloro que desinfecta el agua. El procedimiento que se debe seguir se encuentra por lo general en la etiqueta. Cuando no se especifica el procedimiento a seguir, busque en la etiqueta el porcentaje de cloro que contiene y utilice la información en la siguiente tabla como guía.


(Si no se conoce la concentración del contenido de cloro, añada diez gotas por litro de agua. Doble la cantidad de cloro para agua turbia o con color)

El agua tratada se deberá mezclar bien y dejarla reposar durante 30 minutos. El agua deberá tener un ligero olor a cloro, si no es así, repita la dosis y permita al agua reposar otros 15 minutos. Si el agua tratada tiene un fuerte sabor a cloro, deje el agua reposar expuesta al aire durante varias horas o cámbiela de un envase a otro repetidamente

Tintura de Yodo
El yodo común que se utiliza en el hogar por motivos medicinales se puede también utilizar para desinfectar el agua. Añada cinco gotas al 2 por ciento de tintura de yodo de farmacopea EE.UU. (U.S.P., por sus siglas en inglés) por cada litro de agua limpia. Para el agua turbia añada diez gotas y deje la solución reposar durante 30 minutos por lo menos.

Tabletas de Yodo
Las tabletas de yodo preparadas para la venta contienen la dosis necesaria para desinfectar el agua potable y se pueden adquirir en farmacias y tiendas de artículos de deporte. Se deben utilizar según se ha indicado. Cuando no hayan instrucciones disponibles, utilice una tableta por cada litro de agua que se quiera purificar.

Una mujer embarazada o una persona con una condición de la tiroides no debe utilizar las tabletas del yodo como los medios de purificar su agua.

Pastillas de Halazone
Las pastillas de Halazone o Puritabs contienen gas clorhídrico y se usan también para purificar el agua. Si usa estas tabletas, cerciórese de que no estén vencidas.
Mantenga el envase donde vienen las tabletas bien cerradas, colocando adentro un poco de algodón para que absorba la humedad. Use exactamente la dosis que especifique la etiqueta del envase y déjela asentar por 30 minutos.

Filtro
Construir un filtro para agua, de arena y piedras.


  

Desinfección solar (método SODIS)

Llenar una botella limpia (no de vidrio porque no permiten que entre suficiente luz solar en el agua) aproximada-mente tres cuartos de su capacidad, taparla y agitarla vigorosamente durante aproximadamente 20 segundos. Esto asegura que haya suficiente aire en el agua, el que reacciona con la luz del sol para ayudar al proceso de purificación. Llenar luego la botella hasta el tope y ponerla acostada en un lugar donde reciba luz solar directa durante varias horas y donde el viento no enfríe la botella. Un tejado es ideal si está hecho de planchas metálicas, tejas o concreto, en lugar de paja (que podría incendiarse).
Dejar las botellas al sol por lo menos durante seis horas, hasta que se sientan calientes al tacto. Luego guardar las botellas dentro de la casa donde se refresquen y queden listas para su uso. Si el tiempo está nublado, las botellas deben dejarse en el tejado hasta dos días, según la cantidad de nubes.
SODIS es simple de usar y no cambia el sabor del agua. Nada necesita ser medido y el agua puede guardarse en la misma botella antes de beber reduciendo el riesgo de contaminación durante el almacenamiento.
Para aumentar la temperatura del agua (que puede ser muy útil durante la estación lluviosa o en climas más fríos) un lado de la botella puede pintarse negro. El lado pintado se pone debajo y ayuda a subir la temperatura del agua más rápidamente. Hay pocos problemas probables a menos que la gente use agua muy sucia, botellas sucias, deje las botellas a la sombra o donde el viento las mantenga frescas.

REFUGIOS
Los más sencillos son los tipos cobertizo. Un cobertizo se puede hacer extendiendo una soga entre dos árboles a unos dos metros del terreno o entre dos estacas separadas unos dos metros una de otra. Si usa horcones para clavar como estacas, cerciórese de clavarlos en forma inclinada.
Use como techo una cobertura de plástico o un encerado. Las esquinas y los lados pueden sujetarse con estacas o piedras. Se pueden hacer cobertizos más elaborados usando armazones más fuertes y techumbre de paja. Se extiende una viga entre dos horquetas y paralelamente se hace lo mismo con otras dos horquetas. Por encima se les extiende hojas largas de hierbas, cañas, juncos, helechos, hojas de palmera o ramas frondosas de árboles. El techo se puede amarrar entre sí, con cordeles. Los métodos dependen de los materiales que se usen.
Si necesita que éste sea de abrigo para el frío, manténgalo pequeño. Es mejor armar dos refugios para cuatro personas que uno para todos. Siempre arme el refugio con la entrada contra el viento.
Una balsa de goma, una canoa o un bote dado vuelta apoyado en una roca o un tronco puede ser un sostén bien rígido, y puede ser hecho uno mejor con la ayuda de un pedazo de un plástico, encerado, una muralla de piedras o ramas.


JESÚS COMO EL AGUA DE VIDA

a) Juan 4:4-42 - Historia de la mujer junto al pozo de Jacob.
"Esta agua representa la vida de Cristo, y cada alma debe obtenerla por medio de una conexión viva y directa con Dios" (Testimonios para Ministros pág. 266).
"El que beba de esta agua volverá a tener sed: pero el que bebiere del agua que yo le daré nunca más tendrá sed".
El que trate de aplacar su sed en las fuentes de este mundo, bebe tan sólo para tener sed otra vez. Por todas partes, hay hombres que no están satisfechos. Un solo Ser puede satisfacer esta necesidad. Lo que el mundo necesita, "el Deseado de todas las gentes", es Cristo. La gracia divina que Él sólo puede impartir, es como agua viva que purifica, refrigera y vigoriza el alma.

Jesús no quiso dar a entender que un solo sorbo del agua de vida bastaba para él que la recibiera. Él que prueba el amor de Cristo, lo deseará en mayor medida de continuo; pero no buscará otra cosa. Y el que revela al alma su necesidad, aguarda para satisfacer su hambre y sed. Las cisternas se vaciarán, los estanques se secarán; pero nuestro Redentor es el manantial inagotable. Podremos beber y volver a beber, y siempre hallar una provisión de agua fresca. Aquel en quien Cristo mora, tiene en sí la fuente de bendición, "una fuente de agua que salte para vida eterna". De este manantial puede sacar fuerza y gracia suficientes para todas sus necesidades (DTG, pág. 157).

El Salvador continúa realizando hoy la misma obra que cuando le ofreció el agua de vida a la mujer samaritana. A toda alma, por pecaminosa que sea, Jesús dice : “Si me pidieras, yo te daría el agua de la vida.” No debemos estrechar la invitación del Evangelio y presentarla, solamente, a unos pocos elegidos, que, suponemos nosotros, nos honrarán aceptándola. El mensaje ha de proclamarse a todos. A ellos, como a la mujer samaritana al lado del pozo, dice: "Yo soy, que hablo contigo".
No descuidó la oportunidad de hablar a una mujer sola, aunque era una extraña, enemiga de Israel y vivía en pecado.
Muchas veces empezaba sus lecciones con unos pocos reunidos en derredor suyo. Pero uno a uno los transeúntes se detenían para escuchar, hasta que una multitud oía con asombro y reverencia la Palabra de Dios pronunciadas por el Maestro enviado por el cielo. El que trabaja para Cristo no debe pensar que no puede hablar con el mismo fervor a unos pocos oyentes que a una gran compañía. Tal vez haya uno solo para oír el mensaje; pero ¿quién puede decir cuán abarcante será su influencia? (DTG, pág. 165).

b) Juan 7:37-44 - El Ultimo Día de la Fiesta
"Si alguno tiene sed, venga a mí y beba". Si no obstante estas promesas que se nos hacen, preferimos permanecer marchitos y agotados por falta de agua viva, la culpa será solamente nuestra. Si fuéramos a Cristo con la sencillez de un niño que se dirige a sus padres terrenales, para pedirle las cosas que nos ha prometido, creyendo que la recibiremos, las obtendríamos (JT3, pág. 378).

Jesús alzó la voz, en tono que repercutía por los atrio del templo, y dijo: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre". La condición del pueblo daba fuerza a este llamamiento.
Habían estado participando de una continua escena de pompa y festividad, sus ojos estaban deslumbrados por la luz y el color, y sus oídos halagados por la más rica música; pero no había nada en toda esta ceremonia que satisficiese las necesidades del espíritu, nada que aplacase la sed del alma por lo imperecedero. Jesús los invitaba a venir y beber en la fuente de la vida, de aquello que sería en ellos un manantial de agua que brotará para vida eterna.
"Si alguno tiene sed, venga a mí y beba". Los ricos, los pobres, los encumbrados y los humildes son igualmente bienvenidos. Él promete aliviar el ánimo cargado, consolar a los tristes, dar esperanza a los abatidos. Muchos de los que oyeron a Jesús lloraban esperanzas frustradas; muchos alimentaban un alivio secreto; muchos estaban tratando de satisfacer su inquieto anhelo con las cosas del mundo y la alabanza de los hombres; pero cuando habían ganado todo encontraban que habían trabajado tan sólo para llegar a una cisterna rota en la cual no podían aplacar su sed.

El Espíritu Santo presentó delante de ellos el símbolo hasta que vieron en Él el inestimable don de la salvación.
El clamor que Cristo dirige al alma sedienta sigue repercutiendo, y llega a nosotros con más fuerza que a aquellos que lo oyeron en el templo en aquel último día de la fiesta. El manantial está abierto para todos. A los cansados y exhaustos se ofrece la refrigerante bebida de la vida eterna. Jesús sigue clamando: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba". "Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente". "Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Apoc. 22:17; Juan 4:14; DTG, pág. 417-418).

c) Éxodo 17:6; Números 20:8 - La Roca Herida
Una vez establecidos en Canaán, los israelitas se acostumbraron a celebrar con demostraciones de gran regocijo el flujo del agua de la roca en el desierto. En la época de Cristo esta celebración se había convertido en una ceremonia muy impresionante. Se realizaba en ocasión de la fiesta de las cabañas, cuando el pueblo de todo el país se congregaba en Jerusalén. Durante los siete días de la fiesta, los sacerdotes acompañados de música y del coro de los levitas, salían a sacar, en un recipiente de oro, agua de la fuente de Siloé. Iban seguidos por grandes multitudes de adoradores, de los cuales tantos como podían acercarse al agua bebían de ella, mientras se elevaban los acordes llenos de júbilo: "Sacareis aguas con gozo de las fuentes de la salud".

Luego el agua sacada por los sacerdotes era conducida al templo en medio de la algaraza de las trompetas y de los cantos solemnes: "Nuestros pies estuvieron dentro de tus puertas, oh Jerusalén" (Sal. 122:2). El agua se derramaba sobre el altar del holocausto, mientras que repercutían los cantos de alabanza y las multitudes se unían en coros triunfales acompañados por instrumentos de música y trompetas de tono profundo. (PP, pág. 437)
El sacerdote había cumplido esa mañana la ceremonia que conmemoraba la acción de golpear la roca en el desierto. Esa roca era un símbolo de Aquel que por su muerte haría fluir raudales de salvación a todos los sedientos. Las palabras de Cristo eran el agua de vida. Allí en presencia de la congregada muchedumbre se puso aparte para ser herido, a fin de que el agua de la vida pudiese fluir al mundo. Al herir a Cristo, Satanás pensaba destruir al Príncipe de la vida; pero la roca herida fluía agua viva. (DTG, pág. 417)

Cristo combina los dos símbolos. El es la roca y es el agua viva. Las mismas figuras, bellas y expresivas, se conservan en toda la Biblia. Muchos siglos antes que viniera Cristo, Moisés le señaló como la “roca de la salvación de Israel”; el salmista cantó sus loores y le llamó “roca mía y redentor mío”, “la roca de mi fortaleza”, “roca de mi corazón”, “roca de mi confianza”.
En los cánticos de David su gracia es presentada como “aguas de reposo” en “delicados pastos”, hacia los cuales el Pastor divino guía su rebaño. Y también dice: “Tu les saciarás la sed en el torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida”. Y el sabio declara: “Arroyo revertiente” es como “la fuente de la sabiduría”. Para Jeremías, Cristo es la “fuente de agua viva”; para Zacarías un “manantial abierto . . . para el pecado y la inmundicia”.
Isaías lo describe como "la Roca de la eternidad", como "sombra de gran peñasco en tierra calurosa". Y al anotar la preciosa promesa evoca el recuerdo del arroyo vivo que fluía para Israel. "Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, que no hay; secóse de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé". "Porque yo derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida". "Porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad". Se extiende la invitación "a todos los sedientos: Venid a las aguas". Y esta invitación se repite en las últimas páginas de la Santa Palabra. El río del agua de vida, "resplandeciente como cristal", emana del trono de Dios y del Cordero; y la misericordiosa invitación repercute a través de los siglos: "El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente." (PP, págs. 438, 439).

JESÚS COMO NUESTRO REFUGIO

a) Textos Generales
Romanos 8:1 "Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús".
Hebreos 6:18 "Los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros".
2ª Samuel 22:3 ". . . mi roca . . .y mi refugio".
Salmo 9:9 "Y será Jehová refugio del pobre".
Salmo 91:2 "Esperanza mía y castillo mío".

Debemos conocer nuestra verdadera condición, pues de lo contrario no sentiremos
nuestra necesidad de la ayuda de Cristo. Debemos comprender nuestro peligro, pues
si no lo hacemos, no huiremos al refugio. Debemos sentir el dolor de nuestras
heridas, o no desearemos curación. (PVGM. pág.122).

b) Lecciones sacadas de las ciudades de refugio. Números 35:6-28
Las ciudades de refugio destinadas al antiguo pueblo de Dios eran un símbolo del refugio proporcionado por Cristo. El mismo Salvador misericordioso que designó esas ciudades temporales de refugio, proveyó por el derramamiento de su propia sangre, un asilo verdadero para los transgresores de la ley de Dios, al cual pueden huir de la segunda muerte y hallar seguridad. No hay poder que pueda arrebatar de sus manos las almas que acuden a Él en busca de perdón. "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". "¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además esta a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros", "para que . . . tengamos un fortísimo consuelo, los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. (PP. pág. 553).
El Señor tomó medidas para afianzar la seguridad de los que, sin intención, quitarán la vida a alguien. Seis de las ciudades dadas a los levitas, tres a cada lado del Jordán, fueron designadas como ciudades de refugio a las cuales pudieran huir los homicidas en busca de seguridad.

Las ciudades de refugio estaban distribuidas de tal manera que había una a medio día de viaje de cualquier parte del país. Los caminos que conducían a ellas habían de conservarse en buen estado; y a lo largo de ellos se habían de poner postes que llevaran en caracteres claros y distintivos la inscripción "Refugio" o "Acogimiento" para que el fugitivo no perdiera un solo momento. Cualquiera, ya fuera hebreo, extranjero o peregrino, podían valerse de estas medidas. Pero si bien no se debía matar precipitadamente al que no fuera culpable, el que lo fuera no había de escapar al castigo. El caso del fugitivo debía ser examinado con toda equidad por las autoridades competentes, y sólo cuando se comprobaba que era inocente de toda intención homicida podía quedarse bajo la protección de las ciudades de asilo. Los culpables eran entregados a los vengadores. Los que tenían derecho a gozar protección podían tenerla tan sólo mientras permanecieran dentro del asilo designado.

El que saliera de los límites prescritos y fuera encontrado por el vengador de la sangre, pagaba con su vida la pena que entrañaba el despreciar las medidas del Señor. Pero a la muerte del sumo sacerdote, todos los que habían buscado asilo en las ciudades de refugio quedaban en libertad para volver a sus respectivas propiedades (PP. pág. 551, 552).

El que huía a la ciudad de refugio no podía demorarse. Abandonaba su familia y su ocupación. No tenía tiempo para despedirse de los seres amados. Su vida estaba en juego y debía sacrificar todos los intereses para lograr un solo fin; llegar al lugar seguro. Olvidaba su cansancio; y no le importaban las dificultades. No osaba aminorar el paso un solo momento hasta hallarse dentro de las murallas de la ciudad.
El pecador está expuesto a la muerte eterna hasta que encuentre un escondite en Cristo; y así como la demora y la negligencia podían privar al fugitivo de su única oportunidad de vivir, también pueden las tardanzas y la indiferencia resultar en ruina del alma. Satanás, el gran adversario, sigue los pasos de todo transgresor de la Santa
Ley de Dios, y el que no se percata del peligro en que se halla y no busca fervorosamente abrigo en el refugio eterno, será víctima del destructor.
El prisionero que en cualquier momento salía de la ciudad de refugio era abandonado a la voluntad del vengador de la sangre. En esa forma se le enseñaba al pueblo a seguir celosamente los métodos que la sabiduría infinita había designado para su seguridad. "Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda esperanza de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios" (Heb. 10:26, 27).

9 comentarios:

  1. sou Desbravadora amei,vai me ajudar muito.esse é o caminho que Deus nos abençoe

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias es justo lo que estaba buscando, me será muy útil. Dios les bendiga!

    ResponderEliminar
  3. Dalena villarreal6 de julio de 2013, 19:21

    hola! soy de un club de panamá,chorrera y estoy en la clase de amigo;no sabia donde buscar la información y me puse a buscar en internet y me encontré esta pagina,les envió saludos aunque no me conozcan y yo a ustedes, sigan haciendo este maravilloso trabajo y no se desanimen. me fue de gran ayuda la información, gracias.DIOS LOS BENDIGA!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. GRACIAS por sus palabras... y pues para eso estamos para ayudar a los q lo necesitan... y decirle a usted q tampoco se desanime y siga adelante con todas sus clases... Q DIOS LA BENDIGA

      Eliminar
  4. muchas gracias son una bendicion Dios les bendiga

    ResponderEliminar
  5. Gracias por el trabajo que hacen y por compartir.

    ResponderEliminar